martes, abril 27, 2010
Enciérrate (Close to you).
Enciérrate (Close to you):
Enciérrate, aprisiónate, abandona tu libertad...
ya no seas esa alma ilusionada, ilusionada de felicidad.
Ven niña, descansa sobre mi hombro, acaricia mi pecho...
te abrazaré fuertemente con mis alas
y poco a poco enterraré mis colmillos en tu cuello.
Sentirás un dolor punzante que la libertad te arrebatará
pero serás libre en la más tirana opresión...
completamente bajo mi poder estarás
pero el sentido de libertad será tu sensación.
Te conduciré a los lugares más ocultos del infierno
mientras tu confiarás ciegamente en tu ángel de la guarda,
te presentaré como mi nuevo juguete, mi nueva esclava,
más allá de tu lealtad, tu para mi nunca significarás nada.
El brillo en tu mirada al verme, tu alegría al abrazarme,
se verán manchadas de desprecio al usarte...
usarte para aquellos rituales que celebramos en el cementerio,
para las misas negras que organizan en el infierno.
Usarte sin más que para vertír en ti mi odio
y derramar en tu piel todo este odio y rencor que siento.
¿No entiendes el por que de mi indiferencia?
¿no entiendes el por qué de tu sufrir?
mírale el rostro a este ángel de oscura presencia,
acaso no te recuerda a aquel poeta que bajo tu
decadencia debió morir?
¡¡si!! soy yo madame...
soy yo aquel que creyó en su amor...
soy aquel quien un día le dijo -te amo-
para luego desangrarse de dolor.
Ahora he vuelto aquí, enseñándote mis alas negras
condenado por mi suicidio
ilusionándote a alcanzar la perfección
y usándote para mis delirios.
jaja, ¿ahora ya sabes quién soy verdad?
¿acaso temes pagar por tus actos?
no te preocupes, solo te trataré con crueldad
y la muerte será tu anhelo por largo rato.
En vida mi corazón te entregué
y tristemente vi como al suelo lo arrojaste,
aquel corazón de amor se pudrió en tus pies
y a la muerte me condenaste.
Sin decir nada, me entregué al suicidio,
ahora ya no puedo descansar en paz,
no puedo ir al cielo ni al infierno
ya no hay nadie para poderme juzgar.
Solo me queda rondar en la tierra donde alguna vez te vi,
tomarte del brazo y conducirte junto a mi.
Te llamaré con la voz más hermosa que hayas oído,
te brindaré el dolor más punzante que alguna vez hayas sentido...
pero no tanto como el ver a tu corazón pudrirse en el suelo
mientras debes entender que jamás serás su dueño.
Aún así, intentaré torturarte
con mil demonios y mil bestias
al mismo infierno quiero llevarte.
Para que veas que allí ara nosotros nada es nuevo
todo es dolor y tristeza,
el dolor que se refleja en mis ojos de ángel
y la tristeza que se derrama de mis alas de ángel negro.
domingo, abril 25, 2010
Ciegos de nacimiento:
Nadie podrá acusarme por mi locura, ya que es una condición obligada por la que estoy pasando; si yo diría que he elegido esta locura contradeciría a mi razón, ya que mis palabras más coherentes que en este estado yo puedo decir es que una dama… una hermosa dama, me ha capturado el corazón.
Mas no la culpo por su acto, ya que casi fue sin intención…
¿cómo no enamorarse de una dama tan perfecta? Tan hermosa,
capaz de derretir los glaciares en mi mente solo con
susurrarme al oído una canción…
El verdadero amor no se ve con los ojos, se siente con el corazón…
yo lo sentí cuando te ví, creí en tu primera impresión.
Hoy, bella, te escribo desde el silencio de mi oscuridad
manchando estas amarillentas hojas con mis deseos y fantasías de amar.
¿Alguna vez te encontraste encerrado en un cuarto
solo iluminado por la luz de una vela?
Tus sentidos se ponen a prueba y a cualquier rastro del presente
el ambiente simplemente se lo lleva.
Pensamientos de incógnito se adentran en tu subconsciente,
la soledad todo lo abarca…
En ese momento de ensueño te das cuenta que nada es real,
que en algún momento todo se apaga.
Capturando momentos y sentires en un viejo cuaderno
me hallo en solitario disfrutando de mi intimidad,
las voces que alguna vez hablaron
se reúnen junto a mi sentido de realidad.
Almas en pena desplazan a mi soledad,
algunos juegan con las llamas de las velas
otros, solo se dedican a mirar.
Este poeta siempre dedicado a la poesía renacentista,
siempre idealizando la perfección de su dama soñada…
Los antiguos espíritus aborrecen la cultura actual
y se refugian en las plumas de los escasos poetas
que aun están dispuestos a hospedarlos en su morada.
Ellas vagan por doquier buscando una razón de muerte luego de su vida,
renaciendo a diario entre melodías y poesía.
A veces se reúnen en los bosques siendo testigos
del temor de los incrédulos,
otras prefieren la oscuridad, así mismo como la soledad
que han encontrado en mis brazos, el frío de mis labios
y la sal en mis lágrimas.
El tiempo es arena en mis dedos
y los días son un castigo de Dios,
solo cuando la luna se hace reina en la noche
mi poesía se multiplica en el viento y sentimientos
imponen su anarquismo en mi corazón.
Las rimas que asaltan mis palabras
y las mentiras que escribo en cada oración,
amor eterno… mujer perfecta…
brillo en su mirada… e inocente belleza…
son falacias que destaco para engañar sobre mi interior.
Que los poemas no fueron hechos para ser bellos
ni las rimas para crear melodía,
el verdadero poeta sabe que de los más oscuros
sueños y pesadillas… nace la poesía.
Deja las promesas de amor eterno a los ilusos,
a los bellos sentimientos con las personas vacías,
Escapemos juntos de esta realidad que nos agobia
y que la muerte sea en este camino nuestra guía.
Abandona tus penas, abandona tu alegría,
arroja tu corazón a la fosa donde los recuerdos se oxidan.
El olvido es la mejor opción,
¿para qué esperar algo que tarde o temprano llega?
Sujeta mi mano, no oigas los gritos de tu interior…
saltemos juntos a destino del que siempre se hablará
para conocer lo que hay más allá de lo que una persona
viva alguna vez vió.
Somos ciegos de nacimiento en una vida de fantasía,
nada más que un suspiro…
yo hoy te invito a ver, te invito a conocer conmigo
eso mismo que siempre te ha intrigado
pero que a la vez te resultó prohibido.
El suicidio no será un pecado en mi religión
y la vida eterna estará para todos asegurada,
solo hay una única condición…
Entregar su corazón en las huesudas manos
de la muerte más condenada.
La vida es una ceguera temporal ante lo que viene,
frégate los ojos sin miedo a ver lo que por las noches sientes…
Las almas en pena son mis fieles compañeras
de este camino con un mismo final,
de esta película con la cual, como buenos directores,
esperamos no defraudar a los espectadores de esta función…
Te invito a compartir el mejor desenlace en este escenario,
un cuarto oscuro con velas encendidas,
cuyas llamas bailan con los que ya no hablan,
te invito a llamar a la parca a esta ceremonia y juntos
con una daga desafilada, rendirnos ante su hermosa tentación.
¿Qué soñarán los ciegos de nacimiento
que jamás vieron la luz del sol?
Kenny.
El Cuervo - Edgar Allan Poe.
El cuervo:
Una fosca media noche, cuando en tristes reflexiones,
sobre más de un raro infolio de olvidados cronicones
inclinaba soñoliento la cabeza, de repente
a mi puerta oí llamar;
como si alguien, suavemente, se pusiese con incierta
mano tímida a tocar:
"¡Es - me dije - una visita que llamando está a mi puerta:
eso es todo y nada más!".
¡Ah! Bien claro lo recuerdo: era el crudo mes del hielo,
y su espectro cada brasa moribunda enviaba al suelo.
Cuan ansioso el nuevo día deseaba, en la lectura
procurando en vano hallar
tregua a la honda desventura de la muerta Leonora;
la radiante, la sin par
virgen rara a quien Leonora los querubes llaman, ahora
ya sin nombre... ¡nunca más!
Y el crujido triste, incierto, de las rojas colgaduras
me aterraba, me llenaba de fantásticas pavuras,
de tal modo que el latido de mi pecho palpitante
procurando dominar,
"¡Es, sin duda, un visitante-repetía con instancia-
que a mi alcoba quiere entrar:
un tardío visitante a las puertas de mi estancia...,
eso es todo, y nada más!".
Poco a poco, fuerza y bríos fue mi espíritu cobrando:
"Caballero, dije, o dama: mil perdones os demando;
mas, el caso es que dormía, y con tanta gentileza
me vinistéis a llamar,
y con tal delicadeza y tan tímida constancia
os pusistéis a tocar,
que no oí", dije, y las puertas abrí al punto de mi estancia:
¡sombras sólo y... nada más!
Mudo, trémulo, en la sombra por mirar haciendo empeños,
quedé allí-cual antes nadie los soñó-forjando sueños;
más profundo era el silencio, y la calma no acusaba
ruido alguno..., resonar
sólo un nombre se escuchaba que en voz baja a aquella hora
yo me puse a murmurar,
y que el eco repetía como un soplo: ¡Leonora...!
Esto apenas, ¡nada más!
A mi alcoba retornando con el alma en turbulencia,
Pronto oí llamar de nuevo, esta vez con más violencia:
"De seguro-dije-es algo que se posa en mi persiana,
pues, veamos de encontrar
la razón abierta y llana de este caso raro y serio,
y el enigma averiguar:
¡Corazón, calma un instante, y aclaremos el misterio...:
es el viento, y nada más!".
La ventana abrí, y con rítmico aleteo y garbo extraño,
Entró un cuervo majestuoso de la sacra edad de antaño.
Sin pararse ni un instante ni señales dar de susto,
con aspecto señorial,
fue a posarse sobre un busto de Minerva que ornamenta
de mi puerta el cabezal;
sobre el busto que de Pallas representa
fue y posóse, y ¡nada más!
Trocó entonces el negro pájaro en sonrisas mi tristeza
con su grave, torva y seria, decorosa gentileza;
y le dije: "Aunque la cresta calva llevas, de seguro
no eres cuervo nocturnal,
¡viejo, infausto cuervo oscuro vagabundo en la tiniebla...!
Dime, ¿cuál tu nombre, cuál,
En el reino plutoniano de la noche y de la niebla...?
Dijo el cuervo: "¡Nunca más!".
Asombrado quedé oyendo así hablar al avechucho,
si bien su árida respuesta no expresaba poco o mucho;
pues preciso es convengamos en que nunca hubo criatura
que lograse contemplar
ave alguna en la moldura de su puerta encaramada,
ave o bruto reposar
sobre efigie en la cornisa de su puerta cincelada,
con tal nombre: "Nunca más".
Mas el cuervo fijo, inmóvil, en la grave efigie aquélla,
sólo dijo esa palabra, cual si su alma fuese en ella
vinculada, ni una pluma sacudía, ni un acento
se le oía pronunciar...
Dije entonces al momento: "Ya otros antes se han marchado,
y la aurora al despuntar,
él también se irá volando cual mis sueños han volado".
Dijo el cuervo: "¡Nunca más!".
Por respuesta tan abrupta como justa sorprendido,
"no hay ya duda alguna -dije-, lo que dice es aprendido;
aprendido de algún amo desdichoso a quien la suerte
persiguiera sin cesar,
persiguiera hasta la muerte, hasta el punto de, en su duelo,
sus canciones terminar
y el clamor de su esperanza con el triste ritornelo
de: ¡Jamás, y nunca más!".
Mas el cuervo provocando mi alma triste a la sonrisa,
mi sillón rodé hasta el frente de ave y busto y de cornisa;
luego, hundiéndome en la seda, fantasía y fantasía
dime entonces a juntar,
por saber que pretendía aquel pájaro ominoso
de un pasado inmemorial,
aquel hosco, torvo, infausto, cuervo lúgubre y odioso
al graznar: "¡Nunca jamás!".
Quedé aquesto investigando frente al cuervo, en honda calma,
cuyos ojos encendidos me abrasaban pecho y alma.
Esto y más-sobre cojines reclinado-con anhelo
me empeñaba en descifrar,
sobre el rojo terciopelo do imprimía viva huella
luminosa mi fanal,
terciopelo cuya púrpura ¡ay! Jamás volverá élla
a oprimir, ¡ah, nunca más!
Parecióme el aire, entonces, por incógnito incensario
que un querubín columpiase de mi alcoba en el santuario,
perfumado. "¡Miserable ser-me dije-Dios te ha oído,
y por medio angelical,
tregua, tregua y el olvido del recuerdo de Leonora
te ha venido hoy a brindar:
bebe, bebe ese nepente, y así todo olvida ahora!".
Dijo el cuervo: "Nunca más".
¡Oh, Profeta -dije- o duende!, mas profeta al fin, ya seas
ave o diablo, ya te envía la tormenta, ya te veas
por los ábregos barrido a esta playa, desolado
pero intrépido, a este hogar
por los males devastado, dime, dime, te lo imploro.
¿Llegaré jamás a hallar
algún bálsamo o consuelo para el mal que triste lloro?.
Dijo el cuervo: "¡Nunca más!".
"¡Oh, Profeta -dije- o diablo! Por ese ancho, combo velo
de zafir que nos cobija, por el sumo Dios del cielo
a quien ambos adoramos, dile a esta alma dolorida,
presa infausta del pesar,
si jamás en otra vida la doncella arrobadora
a mi seno he de estrechar,
la alma virgen a quien llaman los arcángeles Leonora...".
Dijo el cuervo: "¡Nunca más!".
"¡Esa voz, oh cuervo, sea la señal de la partida
-grité alzándome-, retorna, vuelve a tu hórrida guarida,
la plutónica ribera de la noche y de la bruma...!
¡De tu horrenda falsedad
en memoria, ni una pluma dejes, negra! ¡El busto deja!
¡Deja en paz mi soledad!
¡Quita el pico de mi pecho! ¡De mi umbral tu forma aleja...!".
Dijo el cuervo: "¡Nunca más!".
¡Y aun el cuervo inmóvil!, fijo, sigue fijo en la escultura,
sobre el busto que ornamenta de mi puerta la moldura....
y sus ojos son los ojos de un demonio que, durmiendo,
las visiones ve del mal;
y la luz sobre él cayendo, sobre el suelo flota..., nunca
se alzará..., nunca jamás!
Versión de Juan Antonio Pérez Bonalde
Un árbol con veneno- William Blake
Estaba furioso con mi amigo.
Le expresé mi cólera y mi cólera cesó.
Estaba furioso con mi enemigo;
nada le dije y mi furor creció.
Y regué mi furor con miedos,
noche y día con mis lágrimas;
y lo alumbré con sonrisas,
con dulcísimos engaños.
Día y noche fué creciendo
hasta dar una bella manzana,
la vió brillar mi enemigo
y cuando supo que era mía
de mi jardín la robó
cuando el cielo oscurecía;
por la mañana, alegre ví
a mi enemigo muerto bajo el árbol.
William Blake
sábado, abril 24, 2010
Suave demencia:
Suave demencia, hoy siento por amarte
caminando con tu espíritu en un paisaje otoñal
creyendo en tu belleza, en tu perfección..,
Así es que se alimenta esta ilusión
que crece perdida entre campos de pasión,
que forja al alma a no ser más que un espectador,
e induce al corazón a una suave demencia de amor.
Caen las hojas manchadas por el dorado de otoño,
igual que lagrimas que lentas turban mi mirada,
la sensación de soledad azota mi puerta
y mi necesidad de compañía la recibe desesperada…
Deberás disculpar a este loco corazón que en tus manos llora,
que ansia hacerte cada día mas amada...
Pobre… es solo un órgano ilusionado,
un cuerpo sin alma...
Le duele no poder llegar al tuyo,
no tener la posibilidad de embriagarse de tu amor,
es el dolor de no tenerte más que en sueños,
que no seas más que una ilusión...
Quisiera me abrigaras
que fueras el calor, en mis noches heladas…
que tus alas de arcángel se batan sobre mi escaso cielo
nublado por la humedad de las lágrimas negro azabache
producto de la línea fluvial que corre desde mis ojos
atravesando mis mejillas hasta desbordar mis lamentos.
¡Brillan las estrellas en la noche!
y mi demencia no encuentra remedio
¿amarte es un capricho? O acaso….
¿ansío el goce del la eternidad soñada?
que me prometió aquella vieja parca
en uno de mis tantos ensueños…
La brisa de un suspiro, azota
el yermo espacio de mi loca mente,
¡no temas! A este demente corazón enamoradizo,
acércate a el, su tenue voz murmulla cosas al viento
y éste algunos secretos le dijo…
Una suave demencia por mi sueño de amarte,
un deseo que atraviesa océanos de tiempo.
¡Y en los brazos de esta demencia te diré!
Acércate a este, mi corazón exánime.
Si nunca vienes, en un respiro agonizante,
en tus alas de ángel, me recostaré, y abrazado al infinito…
Así, sin ser más que un recuerdo… moriré.
Pero no antes sin dar lucha,
no antes sin desahogar a mi sofocado corazón de su último suspiro…
no me iré aun sin antes gritar aquello que pocos escuchan…
un grito al viento que de mi más locas fantasías ha venido.
Un pedido… no más que un simple pedido…
de que me acompañes a la muerte, porque lo cierto es…
que le temo a la soledad.
Una suave demencia por amarte,
una suave demencia por querer tenerte y del silencio quererme alejar.
Aquel silencio que me aturdía en momentos de penas…
que me perturbaba en momentos de paz.
Sé tu mi melodía, oh amada mía, la que sofoque este horror,
que me invade el cuerpo, que me causa temblor…
porque el silencio es la ambientación de mis mil demonios
que llegan directamente del infierno hasta mi habitación…
Que me asustan, que me gritan al oído su desesperación,
y que ahora me acompañan…
en este oscuro paraíso sin Dios.